sábado, 31 de julio de 2010

30/07/10

Le buscaba donde se juntaba el humo,
donde se conglomeraban las ansiedades de las bocas,
compartiendo el olor a cerveza y sudor de la no clandestinidad,
con tapones para los oídos imaginarios hechos de umbrales y de costumbre.
No sé por qué le busco.
Tengo la certeza de no encontrarle.
No viviría si pudiera hacerlo,
me quedaría existiendo de pura conformidad,
desfalleciendo de sensibilidades.
No, no le buscaba realmente.
Nunca lo hice.
Si vivo sólo de soledades,
de vivencias hipotéticas.
No sé exactamente qué buscaba en el techo,
donde el humo se tropieza con el concreto,
donde nos damos cuenta, no hay escape para las ansiedades.
Al final siempre regreso al suelo,
y es entonces cuando me amortiguo con mi propia piel
y empiezo a comprender ausencias.

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