jueves, 1 de septiembre de 2011

Afuera

No conozco a nadie real.
Todos son cuerpos
completamente desligados de sus nombres.
Una serie de formas,
con gestos particulares y efímeros
que quedan redactados en mi cerebro
para convertirse en anécdotas anónimas.
Todos son un conglomerado de acciones
que se confunden entre ellos,
rostros que al instante se llenan de humo.

jueves, 26 de mayo de 2011

Doble ele

Cuando leo tu nombre
noto que le falta uno de sus lados al marco,
a veces lo confundo con una puerta abierta
o con el recuerdo
de una flor de loto flotando
en la fuente oculta
detrás de la torre de un banco.
Leo tu nombre porque lo compartes,
es tan común como tu espalda ancha
o la forma de tus labios;
sin embargo,
es tu recuerdo egoísta y esporádico
el que hace tu nombre sea
exclusivamente tuyo.
Es entonces cuando leo bien
y me doy cuenta
que a modo de punto y final,
de esos que atraviesan el papel,
tu nombre termina en un par de muros.

sábado, 26 de febrero de 2011

Febrero

Tengo tu nombre enmarcado en algún lado,
tirado entre ropa sucia y libros viejos;
o quizá en un sitio más obvio
como la postura de mis hombros
o las raíces de mi cabello.
En esta última semana lluviosa
he rememorado repetidamente
tu fiebre de la última temporada de lluvia a la que le dí importancia.
Para entonces no me importaba mojarme los pies con tal de llegar a ti.
Los últimos meses tu silueta se ha enfriado de mis manos,
mas no la costumbre de buscarte a mis espaldas.
Después de todo, es apenas cuando recuerdo las grietas del caoba de tus ojos,
que me es evidente que la desesperanza y el cinismo no son más que la estela de tu partida.