jueves, 26 de mayo de 2011

Doble ele

Cuando leo tu nombre
noto que le falta uno de sus lados al marco,
a veces lo confundo con una puerta abierta
o con el recuerdo
de una flor de loto flotando
en la fuente oculta
detrás de la torre de un banco.
Leo tu nombre porque lo compartes,
es tan común como tu espalda ancha
o la forma de tus labios;
sin embargo,
es tu recuerdo egoísta y esporádico
el que hace tu nombre sea
exclusivamente tuyo.
Es entonces cuando leo bien
y me doy cuenta
que a modo de punto y final,
de esos que atraviesan el papel,
tu nombre termina en un par de muros.