viernes, 24 de septiembre de 2010

Doce

Cuando te conocimos eras el de los ojos color miel
de un aparente cristal angèlico.
Con los años eras el carismàtico,
de calidez y amistad inagotables,
el que reconciliaba a estas siete damas
con el otro gènero,
nuestro corazòn de hombre,
nuestro màs alegre compañero.
Siete dìas ya
e inagotables recuerdos;
la infamia de tus ojos ahora desesperanzadoramente cerrados,
el cèsped abrazando tu nombre de màrmol;
el tràgico y resignado adiòs a un hombre que siempre fue niño,
nosotros once, acà, extrañàndote;
la certeza de este mundo acà, necesitàndote...

a Erick Alfonso
06/08/1990 - 17/09/2010

1 comentario:

Anónimo dijo...

La muerte de un amigo, que más que un amigo es un ser querido, un hermano; es muy dolorosa, y un hueco que nunca va a estar lleno; quisiera pensar que cuando morimos nos pasa como en el final de LOST, los seres queridos siempre los vamos a encontrar del otro lado.Nos leemos luego